Ha sido la
lluvia de estrellas más festivalera de todo el año. Lloró San Lorenzo, como
corresponde cuando la Tierra cruza la órbita del cometa [Swift-Tuttle].
Y, como cada mes de Agosto, la cita estelar más popular convocó a millones de encendidos entusiastas
de las maravillas del cielo, con ganas de dedicar una noche a mirar hacia
arriba. Es bueno mirar hacia arriba, aun sabiendo que no son estrellas. El
cometa Swift-Tuttle pasa cerca del Sol cada 130 años, la última vez fue en
1992, y cuando lo hizo, dejo el rastro de millones de partículas pequeñas, desprendidos
de su cola. Cuando esas partículas entran en la atmósfera Terrestre, en las
proximidades de la constelación de Perseo [de ahí lo de perseidas] la fricción
las calienta y vaporizan a gran altura. Según los entendidos en estas
cuestiones este es el motivo por el que brillan como estrellas antes de
extinguirse.
Muchas biografías
cuentan con noches en las que salimos a esperar perseidas. En
la mía, no olvido una en la que salí de mozalbete a probar suerte. Fue una gran
fiesta de luces observadas tumbados en la arena de la playa de Peña María. Después
de un espectáculo en el que los relámpagos se sucedían como en una pirotecnia
de pueblo, todo se calmo y volvió la oscuridad. Una de las chicas, después de
esperar un rato sin que nada volviera a cruzar el cielo, me miró y me dijo...
“vamos a bañarnos”.
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Playa de Piedra María |
Tal vez no
sea un sistema perfecto, pero con frecuencia el volver, curiosamente, asiste
para el estreno de nuevos sucedidos.
1 Los poemas épicos nos dan noticia de los grandes de este mundo: suben como astros, como astros caen. Resulta consolador y conviene saberlo. Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos, siempre ha sido, ay, más o menos igual. Suben y bajan, pero ¿a costa de quién? Sigue la rueda girando. Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba. Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa que hay que seguir empujando la rueda.
2 Tuvimos
muchos señores, tuvimos hienas y tigres, tuvimos águilas y cerdos. Y a todos
los alimentamos. Mejores o peores, era lo mismo: la bota que nos pisa es
siempre una bota. Ya comprendéis lo que quiero decir: no cambiar de señores,
sino no tener ninguno. Sigue la rueda girando. Lo que hoy está arriba no
seguirá siempre arriba. Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa que
hay que seguir empujando la rueda.
3 Se embisten
brutalmente, pelean por el botín. Los demás, para ellos, son tipos avariciosos
y a sí mismos se consideran buena gente. Sin cesar los vemos enfurecerse y
combatirse entre sí. Tan sólo cuando ya no queremos seguir alimentándolos se
ponen de pronto de acuerdo. Ya no sigue la rueda girando, y se acaba la farsa
divertida cuando el agua, por fin, libre su fuerza, se entrega a trabajar para
ella sola.
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