Dentro de ti tu edad
creciendo,
dentro de mí mi edad
andando.
El tiempo es decidido,
no suena su campana,
se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,
aparece
como un agua profunda
en la mirada
y junto a las castañas
quemadas de tus ojos
una brizna, la huella
de un minúsculo río,
una estrellita seca
ascendiendo a tu boca.
Sube el tiempo
sus hilos
a tu pelo,
pero en mi corazón
como una madreselva
es tu fragancia,
viviente como el fuego.
Es bello
como lo que vivimos
envejecer viviendo.
Cada día
fue piedra transparente,
cada noche
para nosotros fue una rosa negra,
y este surco en tu rostro o en el mío
son piedra o flor,
recuerdo de un relámpago.
Mis ojos se han gastado en tu hermosura,
pero tú eres mis ojos.
Yo fatigué tal vez bajo mis besos
tu pecho duplicado,
pero todos han visto en mi alegría
tu resplandor secreto.
Amor, qué importa
que el tiempo,
el mismo que elevó como dos llamas
o espigas paralelas
mi cuerpo y tu dulzura,
mañana los mantenga
o los desgrane
y con sus mismos dedos invisibles
borre la identidad que nos separa
dándonos la victoria
de un solo ser final bajo la tierra.
Pablo Neruda
Chile, 1904
Tic, tac, tic, tac… ¡Como pasa el tiempo!, de prisa, muy de prisaa…. Hoy me sorprendió el Google con el icono de las celebraciones, [Pablo Neruda], doce de julio conmemoración de su nacimiento. En mis vivencias recuerdo que la de Neruda, debió de ser mi primera despedida de alguien, que sin conocerlo, formaba parte de mi vida, ocurrió un 23 de setiembre. Pero al final, la vida, la vida es de quien nunca muere y según Neruda ¿Quién muere?:
"Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.
Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre el blanco y los puntos sobre las "íes" a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente, quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de ese sueño que lo está desvelando. Quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente quien no viaja, no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.
Muere lentamente quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
Muere lentamente quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, quien no pregunta sobre un asunto que desconoce o no responde cuando lo indagan sobre algo que sabe…
Muere lentamente quien no comparte sus emociones, alegrías y tristezas, quien no confía, quien no lo intenta.
Muere lentamente quien no revive sus recuerdos y sigue emocionándose como si lo estuviera viviendo en ese momento.
Muere lentamente quien no intenta superarse, quien no aprende de las piedras del camino de la vida, quien no ama y deja amar.
Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar".
Las despedidas tienen un rito que hace necesario mentir para no sentirse culpable o responsable del fracaso que supone el final de algo. A veces ni siquiera el final, sino del vacío de lo que nunca fue.
Y en ese protocolo mentiroso, no solo se eluden preguntas inútiles y respuestas insuficientes, sino que hasta se es capaz de ir aún más allá y se llega a decir “todo está bien”, o la remanida frase ancestral que implora “yo solo quiero que seas feliz”, porque en definitiva, o es demasiado mucho, o es demasiado poco, pero ineludiblemente “eres tan especial…”
Y lo peor de las cosas que se acaban es eso. Que se acaban. Y por más agua que entre en el río, siempre termina en el mar. Y como un envase con filtraciones, lo que se pierde, se pierde, no se transforma en el vaso.
Muchas son las despedida que este 2009 nos está desertando.
Candás, 12 - Julio - 2009

Ex/Ciudad de Vacaciones - Perlora


Así son las despedidas. A veces un poco dramáticas, otras veces violentas, otras veces silenciosas. Casi imperceptibles. Las que dejan la sensación de que aquí no ha pasado nada. Después de dar la espalda, se da vuelta la página, como en un libro releído que permite adivinar el párrafo que sigue.
2 comentarios:
Aún con los ojos llenos de color verde (aunque ninguno comparable al de tierras asturianas), aún deshaciendo equipaje con restos de arena de alguna playa gallega por la que dí grandes paseos al atardecer, aún con ese buen sabor que me deja Santiago de Compostela cuando he tenido la ocasión de dejarme caer por allí... y con cierta tristeza por no haber podido ir aunque solo fuera una ratín por esa Asturias q un día me tomé sin autorización la libertad de adoptarla en mi vida como segunda tierra.. o quien sabe... primera..
Y paso a ver el blog de mi amigo García...
Sin palabras para este post... aunque sí...solo 1
Precioso..precioso.. precioso.
Gracies por el regalin tan guapu q nos haces a los que te leemos.
Holaa,
Sin calcetines, muy propio dadas las temperaturas, que me disculpe Ud. por no atender en las debidas condiciones este apartado de comentarios, dicho lo cual, y esperando su acostumbrada benevolencia, te agradezco tu paseíto por esta tu casa y reconozco que envidia me das. ¡Aaay… Galizia! que me alegra un montón que hayas disfrutado con sus playas, sus plazas…, gozada de paisaje y de paisanaje, y que bueno, como bien sabes, el Alvariño, más que antagonista es cómplice de una sidra, así que mecachiss… hay que encontrar un “ratín” para venir a saborearla, que este año está de restallu.
Saludinos, Pablo
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